Jugó en el club oñatiarra, corrió la Behobia e hizo la Quebrantahuesos
Resistió en un primer momento al impacto que provocó la muerte repentina a su compañero, pero su fuerte físico no pudo salvar la gravedad de las heridas, por lo que el pico de San Lorenzo fue el último de los retos deportivos que abordó Iker Jausoro. Este oñatiarra de 47 años deja atrás una vida de deportista nato, desde que ingresara en las filas del Aloña Mendi de su pueblo natal en las categorías inferiores del club hasta la cresta del monte riojano.
Jausoro, padre de dos hijos, fue el artífice del segundo gol que dio el triunfo a su equipo en el histórico ascenso del Aloña a Tercera División en 1994. El presidente del club oñatiarra, Jabi Azpiazu, le recuerda como «un deportista duro y una muy buena persona, que ejercía muchas veces de capitán por el carácter que tenía. Jugaba por la banda izquierda aunque era muy polivalente y llegó a ser convocado por la selección de Gipuzkoa».
Azpiazu recogía ayer el sentir de un pueblo consternado con la noticia, ya que «los Jausoro son una familia muy conocida en el pueblo, aunque Iker se había ido a Elgoibar cuando se casó». «Ha sido un palo duro conocer su fallecimiento».
Azpiazu reconoce que «no sabía que practicaba senderismo», pero tampoco le extrañó que Iker se acercara a esa afición. Desde que dejó el fútbol, siempre mantuvo un contacto con la actividad física, en marchas populares como la Behobia San Sebastián y también en carreras cicloturistas como las conocidas Quebrantahuesos y Larra Larraul.
El deporte era uno de los principales hobbys de Iker, que solía recurrir a actividades de fondo cuando se lo dejaba su ocupación profesional como consultor y formador en el área de estrategia, cambio organizacional y gestión de personas en el Instituto de Máquina Herramienta. «Tenía mucha cabeza», recuerda el que fuera su presidente en el Aloña Mendi.
Su implicación en los proyectos de su localidad natal le llevó también a ostentar el cargo de concejal de la coalición EA-PNV en 1999 en el Ayuntamiento de Oñati.
Tras contraer matrimonio, se marchó a vivir a Elgoibar, donde siguió cultivando amistades gracias a su «carácter abierto» y sus aficiones saludables. En su nueva cuadrilla coincidió con el eibarrés Joseba Zinkunegi, su último compañero de batallas y la última persona con la que compartió una salida montañera, en este caso al atractivo pero mortal paraje de Valdezcaray.
Sus parejas les llevaron hasta Elgoibar desde sus localidades natales, donde no tardaron en tejer nuevas relaciones. El destino hizo que perdieran la vida juntos ayer bajo la cumbre del pico de San Lorenzo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario