El felino hallado en Arrikrutz hace medio siglo se expondrá al público por primera vez en Burgos y en Donostia con el objetivo de dar a conocer un periodo del territorio en el que los leones campaban a sus anchas.
UN REPORTAJE DE ALEX ZUBIRIA. FOTOGRAFÍA IKER AZURMENDI - Domingo, 11 de Marzo de 2018 - Actualizado a las 06:03h
Roberto Pellitero, María Quiñones, Asier Gómez y Ana Belén Conde, midiendo y preparando el león cavernario para su viaje a Burgos. (Iker Azurmendi)
“El de Arrikrutz pesaba 250 kilos, cuando los leones de hoy en día no llegan a los 190” “Se alimentaban de bisontes, renos, ciervos, caballos y hasta de rinocerontes lanudos” “La subida de la temperatura y la caza del hombre les llevaron a su extinción”
Desde su nacimiento en el paleolítico, el león cavernario de Arrikrutz no había salido de Gipuzkoa. Tras su fallecimiento hace entre 12.000 y 50.000 años y hasta su descubrimiento hace poco más de medio siglo, el felino había descansado entre Oñati e Irun, en el centro de patrimonio cultural mueble, Gordailua. No obstante, en las próximas semanas el león viajará a Burgos, donde será expuesto al público por primera vez, antes de hacerlo en el Museo San Telmo de Donostia. Aprovechando el viaje, el animal, que es el único en toda la península ibérica que se conserva al completo, se expondrá a una serie de análisis para determinar su edad exacta.
Hubo un tiempo en que Gipuzkoa era un hábitat perfecto para osos cavernarios, guepardos, hienas, jaguares y tigres dientes de sable. Un ecosistema prehistórico en el que destacaba por encima de todos el león cavernario, familiar de los actuales leones, pero más grande y mucho más pesado.
Así lo indica Asier Gómez Olivencia, investigador de Ikerbasque y comisario de la exposición que llevará al león de Arrikrutz al Museo de la Evolución Humana de Burgos. “Hoy en día cuesta creerlo, pero los numerosos yacimientos en el territorio así nos lo han dicho”, apunta.
De todos los restos de animales hallados, el ejemplar encontrado en 1966 por los jóvenes aficionados a la espeleología Iñaki Zubeldia y Jesús Manuel Maroto, tras doce horas perdidos en las cuevas de Gesaltza-Arrikrutz, es único. Se trata del león cavernario más completo de la península ibérica y, “junto a dos o tres más”, de toda Europa.
“Se conserva prácticamente entero, incluso los huesos de la cola, algo que es muy poco común. Tenemos hasta las costillas, por lo que podemos saber que tenía rotas tres y se encontraban en proceso de curación al morir”, cuenta Gómez, añadiendo que el felino tenía una edad avanzada cuando falleció.
Gracias al buen estado de conservación se puede apreciar el tamaño que alcanzaba el animal. Un metro y diez centímetros desde el suelo al torso superior, metro y cuarenta centímetros con la cabeza al alza, un cráneo de 80 centímetros, y aproximadamente 250 kilos de peso, cuando los leones actuales rondan entre los 150 y 190. “Pero en Arrikrutz también se ha encontrado un fémur de otro león que llegó a pesar 330 kilos”, advierte el investigador.
Para apreciarlo todavía mejor si cabe, el mamífero será expuesto de pie sujeto a varillas metálicas que simulen su cuerpo. Para ello, una empresa murciana especializada en patrimonio ha comprobado las medidas del animal y ha preparado el material para el viaje durante toda esta semana.
“Las encargadas de cazar eran las hembras”
El león cavernario (panthea spelaea) -“que es llamado así porque, aunque hacía vida al aire libre, los ejemplares que han llegado hasta nuestros días se han rescatado de las cuevas”-, era una de las tres especies de leones del pleistoceno, habitual en toda Eurasia y Beringia, las actuales Siberia y Alaska.
Junto a ellos, convivía el león que conocemos, con gran presencia en el norte de África e incluso zonas del sur de Europa. “Es inimaginable pensar que los romanos fueran hasta Kenia a cazarlos y soltarlos en los coliseos”, afirma Gómez. También se hallaba el americano, con presencia en Estados Unidos y con un tamaño aún mayor que el cavernario.
Gracias a las numerosas pinturas rupestres encontradas a lo largo de la cordillera cantábrica, podemos saber que el león cavernario carecía de melena. “Salvo ese detalle, actuaba de la misma manera que los leones de hoy en día. Su estructura social era la misma, por lo que las encargadas de cazar y alimentar a los cachorros eran las hembras”, asegura el comisario, al tiempo que añade que este factor fue clave para sobrevivir a otras especies como el jaguar europeo o el tigre dientes de sable. “Las leonas cazaban en manada, mientras que el resto de mamíferos lo hacían en solitario”, cuenta.
Los animales que se encontraban entre su dieta dejan claro la fuerza que tenía esta especie de felino. “En su alimentación estaban incluidos todos los animales de su rango geográfico: Bisontes, renos, ciervos, caballos, cuones (pequeños lobos) y hasta rinocerontes lanudos”, explica.
Conociendo el gran tamaño y la fuerza que tenía, ¿cómo es posible que se extinguiera? “Habría dos factores. Por un lado, se dio un cambio climático fuerte que hizo subir las temperaturas y aparecieron bosques donde antes habían sabanas. Su campo de caza había desaparecido. Y por otro lado, el hombre moderno llegó a Europa y comenzó a cazarlos. En Cantabria hay restos de garras de león junto a homo sapiens”, relata Gómez, quien cuenta que se extinción final se habría dado hace 10.000 años.
Así, hasta la llegada de los humanos modernos, e incluso con la presencia de neandertales, Gipuzkoa se convirtió en un paraíso para el león cavernario, que como en la actualidad en el interior de África, reinó casi a sus anchas.
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