ARRATE MARKIEGI Y MARIBI ARREGI DOS ETAPAS AL FRENTE DEL CENTENARIO COMERCIO JUANITOSA DE OÑATI
“En todos estos años el trato con el cliente ha sido cercano y muy positivo”
Hace una semana la emblemática e histórica tienda Juanitosa de Oñati bajó la persiana tras 108 años de destacada trayectoria y evolución comercial
ANABEL DOMINGUEZ - Sábado, 6 de Abril de 2019 - Actualizado a las 06:04h
OÑATI- Dicen que la sensación que les invade estos días es “agridulce”. Ver el local sin vida, con sus escaparates y estanterías completamente vacías les produce “tristeza” porque se ha puesto punto final a un establecimiento familiar con una larga historia a sus espaldas. Pero, al mismo tiempo, “se abre una nueva etapa en mi vida”, cuenta Arrate Markiegi que en los últimos años ha llevado las riendas del comercio Juanitosa (Bazar Arregi) tras la jubilación de su marido, Pedro Arregi. “Cuando me casé, los dos primeros años estuve criando a los niños, luego empecé a ayudar en la tienda porque había mucho meneo”, rememora esta arrasatearra, a la que le ha llegado la hora de afrontar el retiro laboral después de medio siglo detrás del mostrador. Tanto tiempo como el que estuvo su cuñada Maribi Arregi, que creció y trabajó entre las cuatro paredes de Juanitosa -en 1993 abrió su propio negocio-, el comercio que su abuelo, un hombre con gran olfato emprendedor, puso en marcha en 1911.
108 años. Se dicen pronto. ¿Cómo empezó la historia de Juanitosa?
-Maribi Arregi (M.A.): Nos tenemos que remontar a la última guerra carlista (1872-1876) para contextualizar la tradición comercial familiar. Mis bisabuelos Juan Kandaudap y Josefa Antonia Garikano perdieron todo su dinero y propiedad. Mi bisabuelo, que era liberal, tuvo que huir después de que imprimiera un comentario ofensivo para los tradicionalistas en una caja de fósforos;era fabricante de cerillas. Nunca más regresó y sus propiedades acabaron requisadas. Así que para poder salir adelante mi bisabuela se aventuró a abrir una tienda, la de la Juanitosa que es el apodó con el que se le conocía. Con los años, el 5 de enero de 1911, víspera del día de Reyes, mis abuelos, Niceta Kandaudap y el araoztarra Bittor Arregi, inauguraron una juguetería en Atzeko kale, que poco a poco se fue transformando en un bazar.
De hecho, durante su largo recorrido en la tienda se ha podido encontrar prácticamente de todo.
-M.A.: Así es. Desde aperos de labranza y ultramarinos, hasta mercería, ferretería, maquillaje, parafarmacia, joyería, vajillas, caramelos, productos de delicatessen como caviar que entonces compraban los alemanes que trabajan en Hijos de Juan de Garay y las minas de Udana, especies, bacalao de las Feroes, azúcar de Cuba, bordados y puntillas de Suiza, alpargatas, misales para la Primera Comunión… Mis padres, Ignacio Arregi y Casilda Zufiria, continuaron con el negocio y seguimos dos de sus hijos, Pedro y yo. Luego se incorporó Arrate cuando se casó con mi hermano (recuerda con entusiasmo).
Esta variada oferta es un ejemplo, a su vez, de que han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, abriendo otras líneas de negocio.
-Arrate Markiegi(A.M.): En los años en los que he trabajado en la tienda hemos vendido maletas, marroquinería, complementos como bolsos, paraguas y bisutería, menaje de cocina y mueble auxiliar de decoración, entre otros artículos. Siempre hemos primado la calidad para satisfacer a nuestra clientela, dándole facilidades.
Tantos años detrás del mostrador dan para muchos recuerdos.
-M.A.: ¡Cómo para escribir un libro! Los caseros venían los fines de semana a hacer la compra y entre lo que se llevaban solían pedir un sol y sombra, medio litro de coñac y un cuarto de anís que lo tomaban para desayunar. Además, se daba la opción de pagar cuando se cobraba el jornal, o se vendía un pinar, una vaca o un cordero. Son muchos recuerdos y no menos anécdotas.
Y en todo este tiempo también han tenido que lidiar con la venta ‘online’ y otras amenazas para el pequeño comercio.
-A.M.: En los últimos años la venta ha bajado mucho. No se compraba con la alegría de antes. Por poner un ejemplo, los jóvenes van decorando la casa a un ritmo diferente al que se hacía en otros tiempos, cuando la gente tampoco salía como ahora a comprar fuera del pueblo. Las ollas que vendíamos en muchos casos eran las madres las que se las compraban a las hijas. Los modos de vida han cambiado y también hay otras prioridades como el ocio. Por otro lado, está claro que la irrupción de la venta online, entre otras cosas, ha hecho daño al pequeño comercio, a pesar de que este ofrece un trato cercano, de confianza y da vida a las calles. Estar presente en las redes sociales ha sido fundamental y en esto me han ayudado mis hijas.
¿Qué destacarían de todos estos años en Juanitosa?
-A.M.: El trato con el cliente que, en general, ha sido muy positivo. Hemos tenido clientela fiel que nos ha permitido estrechar lazos de amistad. Asimismo, en muchas ocasiones hemos ejercido de oyentes;ese trato cercano genera un clima de confianza y la gente nos ha contado sus cosas cuando venía a la tienda.
Arrate, le ha llegado la hora de jubilarse. ¿Cómo ha vivido el cierre?
-A.M.: Toca jubilarse y no hay relevo. Cuesta dar el paso. Empezamos con la liquidación después de Navidad hasta que se han ido agotando las existencias. Ha sido bastante rápido. Tengo una sensación de tristeza que se ha acentuado a medida que la tienda iba vaciándose, pero, a su vez, empiezo una nueva etapa en la vida. Quiero aprovechar, además, para agradecer el cariño que en estos meses nos ha transmitido mucha gente desde que comunicamos el cierre.
¿Qué les gustaría ver entre las cuatro paredes del local que hasta ahora ha sido Juanitosa?
-M.A.: Si nos viniera alguien con una propuesta para dar vida al local, todo sería hablarlo y estudiarlo.
Gipuzkoando
Un txoko guipuzcoano. Arrate Markiegi(A.M.): Deba, tengo recuerdos veraniegos muy buenos en este pueblo.
Maribi Arregi (M.A.): Araotz.
Una fiesta. A.M.: Los San Rokes de Deba. M.A.: La tamborrada de San Sebastián.
Un paisaje. A.M.: Urbia.
M.A.: El que se ve desde Aloña.
Un monte. A.M.: Udalaitz.
M.A.: Aizkorri.
Una playa. A.M.: Deba.
M.A.: La de Itzurun de Zumaia.
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