«En 1965 eramos 160 frailes, ahora solo 18»
Futuro de Arantzazu. Un curso de verano de la UPV y Arantzazulab profundiza en la referencialidad del santuario para la sociedad vasca y los retos a afrontar
El provincial de los franciscanos, Joxe Mari Arregi, ante el apostolado de Oteiza de la Basílica de Arantzazu. FOTOS: MARIAN |
Arantzazu
Martes, 23 de julio 2024, 02:00
Imaginar el futuro de Aran- tzazu sin los franciscanos no es fácil. ¿Qué pasará con el santuario y el resto de instalaciones de la comunidad cuando ya no estén? Esta cuestión lleva tiempo planeando sobre distintas esferas... Y no tiene fácil respuesta. Es la pregunta del millón.
El propio provincial de los franciscanos, Joxe Mari Arregi, reconocía este lunes con tristeza en la apertura de un curso de verano de la UPV/EHU sobre el pasado, presente y futuro de este espacio referencial para la sociedad vasca que, «salvo milagro, nuestra presencia aquí desaparecerá, aunque se nos haga duro decirlo. Y estamos seguros de que Arantzazu seguirá adelante con el apoyo de la diócesis, Arantzazuko Lagunak, las instituciones que siempre nos han acompañado, el pueblo y los agentes que aquí operan». Además, agregaba que «hay que trabajar para que el futuro de Arantzazu actualice y prolongue su identidad y misión, que siga siendo un lugar de encuentro que combine la espiritualidad y la cultura. Este curso es una oportunidad para profundizar en todo lo que ha sido, es y tiene que seguir siendo», señaló.
La realidad es la que es, y la comunidad franciscana instalada desde hace 523 años entre las piedras y peñascos del agreste paisaje oñatiarra se ha reducido mucho en los últimos años. «En 1965 éramos 160 frailes y casi un centenar de seminaristas, y ahora somos 18 con una media de edad de 80 años. Algunos están enfermos, así que los que nos mantenemos activos no llegamos a la decena. El futuro no es halagüeño», reconoce.
Arantzazu «es muy importante para la provincia franciscana y siempre se puede recurrir a traer gente, pero la situación es similar en todos los conventos y aquí es muy importante el euskera y la cultura vasca. El más joven de nuestra comunidad ahora es Mikel Santiago, que tiene 51 años. Escasean las vocaciones», explicaba Joxe Mari.
Arregi defendía, asimismo, que Arantzazu siga «hablando a este pueblo y ofertándole respuestas y acompañamientos plurales, porque aquí hay muchos Arantzazus y cada uno se queda con una parte, con lo que le llena. Representa, entre otras cosas, «los paseos, la montaña, el turismo, la espiritualidad, el negocio, la búsqueda, la peregrinación, Gandiaga Topagunea, el misterio, los franciscanos, la historia, la cultura, el euskera, el cristianismo, el descanso, el evangelio, el arte moderno, el pueblo, el encuentro, búsqueda de paz y concordia... ¿Qué no es Arantzazu?», sentenciaba.
150 bodas al año
Arregi reflexionaba y apuntaba que «lo que no puede pasar es lo de aquel que fue al monte y solo veía leña para el fuego. En Arantzazu, como en cualquier otra parte, creo que es importante saber leer y detectar el núcleo. Todo comenzó con el hallazgo por el pastor Rodrigo de Balzategi de la pequeña imagen policromada de la virgen en 1468, y por eso se pone en marcha todo el resto que ha existido desde el siglo XVI. Por eso nos gustaría que Arantzazu siempre fuera fiel a sus raíces religiosas en diálogo con el contexto sociocultural. A eso hoy le llamamos humanismo». «Son muchas las personas que no son creyentes, e incluso que se declaran ateas, que alaban la serenidad que encuentran en Arantzazu», indicaba. «En la soledad y el silencio de la Basílica nos encontramos a nosotros mismos. Esa es una de las virtudes de Arantzazu, albergar a diferentes personas desde distintas perspectivas», relataba.
Lejos quedan los años en los que llegaban a oficiar 150 bodas al año, había infinidad de misas los domingos, y el santuario se llenaba de peregrinaciones y vehículos a bendecir. Los tiempos han cambiado y pese a la secularización de la sociedad, Arantzazu sigue siendo un referente natural y espiritual, un remanso de paz.
«En verano hay mucha más vida por el turismo. Alguna vez, en plan bromista, he dicho que los franciscanos llevamos aquí 500 años con sandalias y chupando frío por la virgen. Y ahora la gente viene a Arantzazu por Oteiza». Arregi es un enamorado del apostolado: «Jorge concentró en sus expresivos rostros y en la virgen todas esas cuestiones que nos hacemos también ahora, los porqués más profundos».
Diálogos y actividades culturales 'inmersivas'
Tanto la diputada general Eider Mendoza, como la directora de Arantzazulab, Naiara Goia, y el vicerrector de la UPV Agustín Erkizia, destacaron ayer la «referencialidad» de Arantzazu para la sociedad vasca y su papel como punto de encuentro y confluencia de conocimientos, artes, tradiciones e innovación. Por eso el curso ofrece una experiencia inmersiva que aúna el diálogo y la reflexión con actividades culturales y visitas. Una exposición artística del colectivo Orbelaun en la cripta y el festival Urmuga hoy (20.00h) en la Basílica redondean un curso de verano muy especial.
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