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martes, 9 de febrero de 2021

UN LIBRO RECUERDA LAS TEJERIAS ÑATIARRAS..(2021)

 DV

José Ramón Arrazola documenta veintidós desde 1501 hasta 1994, cuando se cerró la última, la de Olabarrieta, propiedad de su familia

José Ramón Arrazola muestra su libro rodeado de tejas y ladrillos en el pabellón de la antigua tejería. / MARIAN
José Ramón Arrazola muestra su libro rodeado de tejas y ladrillos en el pabellón de la antigua tejería. / MARIAN
MARIAN GONZALEZOñati.

José Ramón Arrazola conoce bien el oficio de tejero, nació junto a la tejería de Olabarrieta, y trabajó en el negocio familiar durante más de dos décadas. «Tras 97 años de andadura fue la última que cerró en Oñati y en Euskadi, así que como conservo muchos papeles viejos en casa y me gusta bucear en los archivos, empecé a recopilar aspectos documentales e históricos de un oficio que fue muy tradicional», explica el último tejero.

El fruto de esa labor desarrollada en el Archivo de Protocolos y el Archivo Municipal, está recogido ahora en 'Las tejerías en la villa de Oñati', un libro en el que ha documentado 22 tejerías en el municipio desde 1501 hasta 1994. Y además de relacionarlas y ubicarlas, ofrece antecedentes históricos, costumbres relacionadas con el oficio, y explica los procesos de fabricación tanto artesanales, como mecanizados de tejas y ladrillos.

Relación de tejerías
Bidania, Alzibar, Zubikoa, Santa Cruz, Biain, Buztinzurieta, Olalde-Sacón, Murgia, Celaacoa, Ormabarrieta, Margola, Zubillaga, Irazabal, Guerneta, Mariun-tzoste, Madina, Aránzazu, Olabarrieta (1897-1994), Okunbardin (1948-1975), Zañartu (1956-1976) y Errotatxo ( 1958-1958).
De la fabricación artesanal a a la mecanización
Solo una tejería, la de Olabarrieta conoció y elaboró tejas y ladrillos por los dos sistemas, manual y mecánicamente. Okunbardin, Zañartu y Errotatxo nacieron ya como tejerías mecánicas. Las cuatro coincidieron en marcha, solo un año, en 1958.

Un ejemplar de 240 páginas que contiene curiosidades como que para el Monasterio de Bidaurreta se encargaron en 1514 20.000 ladrillos a la tejería del Concejo, y tanto el pavimento como las arcadas del claustro tienen en la actualidad ladrillos fabricados en Oñati en el siglo XVI.

O cómo las grandes bóvedas de ladrillo que se levantaron a ambos lados del acantilado de Arantzazu para salvar el agrestre y calizo terreno y poder construir el primer convento hace cinco siglos, se cocieron a poco metros. En un tejera que gracias a la información facilitada por Migel Maiztegi, Arrazola ha podido emplazar junto a Goiko Benta, en el paraje denominado 'Etxe Gaina', en el que en 1955 se construyó una piscina.

En 1501, había ya cinco

José Ramón aprendió el oficio de su padre, Marcos, pero fue su bisabuelo Francisco Arrazola y Echeverría (1853-1916) quien fundó la tejería de Olabarrieta, cediendo luego el testigo a su abuelo José Miguel. «Se transmitían conocimientos de padres a hijos, y desde niños manchados de polvo y barro, cada vez que se pisaba la tejería, éramos testigos del dominio de las arcillas en su moldeo y de las maravillas que obraba la magia del fuego» explica en el libro.

La tejería a lo largo de su historia se fue transformando y adaptando a los nuevos tiempos, y como fue la última de la localidad, pero no la única, José Ramón ha querido rendir un pequeño tributo a su manera a la producción tejera oñatiarra.

Un oficio fue muy tradicional antaño, y cuyas primeras referencias datan de 1.501, año en el que aparecen censadas en activo, nada menos que cinco tejerías. «Muchas comparadas con las de los pueblos» explica Arrazola, que profundiza en varias circunstancias que propiciaron este auge.

Por un lado, las demográficas, «Oñati en esa época era uno de los núcleos de población más importantes de Euskadi con aproximadamente 3.800 habitantes, algo menos que Bilbao para que nos hagamos una idea» señala. Además «comienza un periodo importante de desarrollo urbano y construcción de casas y edificio, de ahí que los Ayuntamientos o concejos decidiesen producir y almacenar tejas y ladrillos para abastecer las necesidades de los pueblos».

Además en el caso de Oñati, «disfrutaba de arcillas en cantidad y calidad suficientes, lo que también favoreció el desarrollo y cultura de la tejerías». De hecho, además de la labor desarrollada en el municipio había muchos vecinos tejeros, sobre todo durante el siglo XIX, que en cuadrillas ejercían el oficio en otras provincias, incluso en tierras de Castilla en campañas anuales.

De lo artesano al mecanizado

El calendario de la producción artesanal era muy limitado ya que había que trabajar en los meses de más horas de sol, carencia de lluvias y más calor. Así la tejerías funcionaban desde San Miel Txikis (8 de mayo) hasta día de San Miguel (29 de septiembre).

Hasta mediados del siglo XX todas eran tejeras tradicionales, dónde el trabajo manual y artesano se efectuaba sobre todo al aire libre, de ahí la necesidad de contar con la complicidad del tiempo. La revolución llegó con la mecanización, carro al que Oñati se pasó en los años treinta. «Si artesanalmente la producción media era de 144 toneladas al año, con la mecanización y la ampliación el calendario laboral, se pasó a 11.000 toneladas al año» relata Arrazola.

Destaca asimismo que atendiendo al tipo de propiedad había tres tipos de tejerías: las del concejo, las de los barrios y las privadas. Las primeras eran del Ayuntamiento, quien las arrendaba con una serie de condiciones (control de materiales, precios de venta, y mantenimiento de las instalaciones). En cuanto a las de los barrios, eran comunales, se ubicaban en terrenos municipales, y los vecinos trabajaban en auzolan, con la ayuda consistorial en el suministro de leña y mantenimiento de hornos.

José Ramón documenta en el libro nueve tejerías del concejo ( la última fue vendida en 1868 en subasta pública), cuatro de barrios y nueve privadas. «Todas ellas conjuntamente a la elaboración de tejas y ladrillos, aprovechaban el horno para fabricar cal» asegura.

Arrazola a.naliza además todos los procesos y fases de fabricación, desde tipos de arcillas, su extracción, amasado, secado y cocción. También lo relativo al transporte de materiales, tipos de hornos y disposición de las tejas y ladrillos en los mismos y detalles del funcionamiento. Un minucioso viaje a las tejerías de antaño a través de la mirada del último tejero oñatiarra

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