lunes, 13 de abril de 2020

El doble campeón del mundo de fotografía es un obrero de una fábrica del País Vasco.

La Bolsa del Corredor
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Trabaja de obrero en el País Vasco.
“Soy un operario de una fábrica que hace tubos de automoción para marcas de coche”.
Ha pasado ya en estos tiempos malditos por un ERTE pero no tiene miedo a quedarse sin trabajo, “porque es una fábrica que tiene 130 años de vida: el talgo se hizo aquí”, explica Félix Sánchez Arrazola que trabaja en esa fábrica domiciliada en Oñate, un valle de Guipúzcoa rodeado de montañas donde viven más de 10.000 habitantes. Él es uno de ellos.
La diferencia es que él ha sido el ganador los dos últimos años (2018 y 2019) en la Gala anual de la IAAF de la mejor fotografía de atletismo del mundo entre miles de fotografías, procedentes de todas partes del mundo, que se presentaron al concurso.
Sólo ganó una y en ambas veces las que ganaron fueron las suyas, las de Félix Sánchez Arrazola, que representa una enérgica contradicción: él no se dedica profesionalmente a la fotografía.
Se trata de un hombre de 40 años para el que este oficio es una pasión que le cuesta dinero: “Para ir al Mundial de Doha me gasté 1.300 euros entre el vuelo y el hotel de los que, a lo sumo, recuperé unos 100. Pero ir a Doha y traerte la mejor fotografía del mundo, la fotografía que busca todo el mundo y que seas tú el que la haces…, no sé ni cómo explicarlo…”
– Hay cosas que están por encima del dinero.
– Para mí, sí, desde luego, y cada vez que veo los trofeos en el salón de mi casa me lo recuerdan, ‘Felix, esos trofeos los has ganado tú’, y no quiero que se interprete como chulería por mi parte. Al fin y al cabo, ¿quién soy yo? No soy más que un obrero de una fábrica, pero esto te demuestra que el mundo está muy abierto, que todavía se pueden hacer cosas inimaginables y que esto no se reduce a los de siempre.
Félix se acuerda entonces de esos competitivos días en la línea de meta en los que le pisan para hacer una foto o de esas veces en las que se pone en una esquina y compañeros de otros países, que pueden ser los fotógrafos de toda la vida, le gritan que se quite. Pero entonces él, en vez de contestar ‘aquí estoy yo’, acostumbra a rebatirles: “Aquí hay sitio para todos”.
-Y no se quita, no.
-No me quito porque yo también estoy ahí para hacer un trabajo.
-La diferencia es que sólo gana uno.
-Está claro. Todo el mundo quiere ser la mejor foto y para eso tienes que dar con el momento. No puede valerte cualquier foto. Al final, todo tiene mucho trabajo,. Nada sale por qué sí. Puedes tener un don para hacer algo, pero necesitas trabajarlo.
-¿Y no le da rabia estar ahí y no ganarse la vida con la fotografía?
-Se paga mal. Viviría como un cabrón de un sitio a otro. De hecho, una vez cuando me hicieron una entrevista para el diario más leído de Guipúzcoa el jefe me preguntó, ‘¿trabajas?’ ‘¿cuánto ganas?’ y cuando le comenté cómo era mi vida me dijo ‘quédate donde estás’. Así que no me da pena no ser fotógrafo profesional. Si fuese y ganase 60.000 € sería otra cosa pero para estar pendiente todo el día de hoy me hacen este encargo, mañana no… ¿qué va a pasar mañana? Prefiero la fábrica.
Mientras tanto, invierte en su pasión: el atletismo. Un proceso que se inició a los nueve años cuando se suscribió por primera vez a la revista ‘Atletismo Español’. O en aquel niño que colocaba en las paredes de su habitación los posters de Joaquim Cruz, de Peter Elliot, de Martín Fiz..., cultura de atletismo. O en aquel joven que llegó a hacer 53 en 400 y 1’59” en 800 (“pasaba el 500 en 1’10” y luego moría”) y que soñaba con ser campeón olímpico hasta que tuvo que operarse de una fascitis plantar y ya nada volvió a ser lo mismo.
-Al final, o estás al cien por cien o es imposible en el atletismo.
A cambio, hoy sigue entrenando. De hecho, en estos días de confinamiento se ha comprado una cinta de correr que ha colocado en el garaje de su casa. En el horizonte aspira a hacer 34’00” en 10 kilómetros. Pero ahora lo que le diferencia de los demás en el atletismo es la fotografía: “No quería perder la vinculación con el atletismo y entonces me puse a hacer fotos”, explica hoy.
-Hacía falta un fotógrafo para la revista ‘Runners World’ en el País Vasco y me ofrecí a través de Martín Fiz y me cogieron y empecé a colaborar con ellos.
El resultado es una historia que ha permitido viajar al infinito a Félix Sánchez Arrazola. En el infinito no ha cambiado nada como nos pasa después de ver las películas que nos enamoran. Al menos por fuera. Pero por dentro cambia todo como insistimos desde el minuto uno de esta conversación en la que ahora él va a recordar la última foto que ganó, la de Shelly-Ann Fraser-Pryce que, por cierto, “no tuvo ni el detalle de ponerla en sus redes sociales, pero, en fin, hay gente para todo”, lamenta.
“La realidad es que yo no sabía ni que foto enviar y fue mi novia la que me dijo ‘ésa, envía ésa'”.
Foto ganadora del premio IAAF Athletics Photograph of the Year 2019 | FÉLIX SÁNCHEZ @fotorunners.es

Es más, pudo no ser ni tan siquiera la mejor foto de las 130.000 que hizo en el Mundial de Doha, pero al enviarla en el mes de octubre no le había dado tiempo a verlas todas. “No terminé hasta el mes de diciembre”.
“Como dice Álex Calabuig, soy un fotógrafo como los que antiguamente llevaban el carrete y después miraban cada foto”, explica Félix Sánchez que interpreta esta vida como un proceso a fuego lento. “Para mí, la foto no es en el día como me pasó con la de Jesús España arrodillado en el suelo tras el maratón de Sevilla. Cuando envíe esa foto fue un miércoles, cuando nadie se la esperaba, y acabó convirtiéndose en la foto, porque, para mí, la fotografía es el arte de saber esperar. Es la que llega cuando ya la gente ya no espera nada y entonces tú debes recordar: ‘es que las fotografías también están para eso'”.
-¿Eso es entonces lo que diferencia a la mejor?
-No sé, porque son tantas cosas… También podría decirle que lo difícil en ambos casos, tanto en la de Barega como en la de Fraser-Pryce, lo difícil no fue sacar la foto, sino saber qué foto enviar… En el caso de Barega quizá sí lo tuve más claro, porque quería mandar una del cross, aprovechar para recordar que el cross también es atletismo. Me tiré boca abajo a ras de suelo y, como él, me puse de barro hasta las orejas…, pero esto también forma parte de la pasión.
Foto ganadora del premio IAAF Athletics Photograph of the Year 2018 | FÉLIX SÁNCHEZ @fotorunners.es

Al final, todo es pasión. Al menos, es el mensaje que transmite Félix Sánchez, que hace juegos malabares para ir a los campeonatos, a los que ya le acredita la IAAF. Pero antes, él ha tenido que cuadrar sus vacaciones en la fábrica, donde dispone de “20 días laborables” y, por supuesto, del dinero que le permite pagarse a él mismo el viaje, el hotel, la comida… No se sabe si esto es la precariedad del oficio pero insistimos: él prefiere hablar de la pasión.
La pasión que no desaparece en Oñate, en esa fábrica en la que todo es más prosaico. Félix puede manejar una grúa en la madrugada, cuando le toca turno de noche, pero ahí no hay frustración, “sino la felicidad de ganarse la vida”, porque ése es el ejemplo que vivió en casa, el ejemplo de su padre, el ejemplo que transmitía el País Vasco a los chicos de su generación. “O estudiabas una ingeniería o una Formación Profesional y yo hice un grado superior”.
Después, está el atletismo que le recuerda que sólo gana uno y que todo el mundo aspira a ser el mejor.
Sin ser campeón olímpico, él ya ha vivido esta sensación por dos veces seguidas. “Claro que me gustaría volver a Mónaco, y aspiro a hacerlo, pero sino vuelvo no pasa nada: el ego para mí ya está saciado. Es más, sin el ego se puede vivir: lo importante es ser feliz con lo que haces, lo importante es que te convenza lo que haces. Por encima de un premio, es lo que trato de transmitir. Al final, un premio no es más que un recuerdo”.
-¿Qué le dio el premio?
-Nada, el trofeo solo.
-Vida ésta.
-Bueno, cada vez que veo el trofeo en el salón…
-¿Un premio es un ídolo?
-No, qué va.  Máxime en este mundo en el que vivimos en el que ya no quedan ídolos, porque hay tantas cosas… En mi infancia yo ya le he relatado los atletas que ponía en mi habitación, esos atletas eran mis ídolos y, si había un campeonato del mundo de ciclocross en Oñate, todo el pueblo iba a verlo, pero hay tantas cosas donde ir… Se han perdido las estrellas, se ha perdido la afición.
-¿Regala usted fotos?
– Todos hemos regalado para mostrar nuestros trabajos. Pero ya cada vez menos. A quien me da algo a cambio, sea su amistad, sean sus productos, sea lo que sea, sí le regalo. Pero regalar cada vez menos porque la gente no valora tu trabajo y, al final, te haces daño a tí y a tus compañeros.
– Bien hecho.
– Además, le digo una cosa: prefiero regalar mi amistad a regalar una fotografía, tiene más cuenta, la amistad puede ser para toda la vida…

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