La de este sábado ha sido la primera peregrinación a Arantzazu del obispo de San Sebastián Fernando Prado. I. M. |
Bajo el lema 'Las heridas de Cristo, nuestras heridas', los asistentes reviven un año más la tradición de caminar hasta el santuario entre cánticos, rezos y silencios
Iker Murillo
Sábado, 1 de abril 2023, 11:23
Cientos de personas han participado este sábado en la tradicional marcha a Arantzazu de la víspera del Domingo de Ramos, que ha estado encabezada por primera vez por el obispo de San Sebastián, Fernando Prado. Organizada por la diócesis de San Sebastián, la cita ha vuelto a congregar a los fieles de diferentes parroquias camino al santuario en torno al lema 'Las heridas de Cristo, nuestras heridas.
La de este sábado ha sido la primera peregrinación para el nuevo obispo de San Sebastián, Fernando Prado, que ha realizado la subida a Aranzatzu como un peregrino más, paraguas en mano para protegerse de la fina lluvia que ha acompañado a los feligreses en el trayecto.
Los peregrinos han sido madrugadores y sobre las 8.10 de la mañana han comenzado a llegar al aparcamiento del Hotel Soraluze de Oñati los primeros autobuses. En uno de ellos viajaba la ibartarra Mirari, que antes de iniciar la marcha reconocía que le hacía «mucha ilusión subir a Arantzazu para ver a la Virgen». Por su parte, Josune, vecina de Tolosa, comentaba que esta peregrinación, «además de una preparación para la Semana Santa, es una gran ocasión para compartir una buena caminata». La mayoría agradecían que la marcha hubiese recobrado la normalidad tras dejar atrás los duros años de la pandemia y sus restricciones.
Los asistentes han querido tender un puente a la paz y la convivencia motivados por los tiempos de conflicto bélico de los últimos meses. En su homilía, el obispo Prado ha subrayado que vivimos en un mundo «herido, necesitado de sanación, necesitado de la salvación de Dios y de la fraternidad entre nosotros». El prelado ha identificado distintas heridas, como la guerra en Ucrania, en Sudán o «en otros tantos lugares nos hace ver que la violencia y la crueldad están a la orden del día». Y ha citado al Papa Francisco al referirse a «una tercera guerra mundial a pedazos que se está viviendo y cuyas consecuencias todos estamos sufriendo».
Además, ha lamentado «la herida de todos esos inmigrantes que pierden la vida en un Mediterráneo convertido en el mayor cementerio del mundo y esto sigue lacerando nuestras conciencias». Así como la situación de pobreza de «tantos que no tienen un techo donde pasar la noche o un hombro donde llorar sus penas». En su homilía, Prado ha hablado también de las heridas que se provocan en la creación, «explotando mal los recursos naturales y comprometiendo la sostenibilidad de sus dones para las próximas generaciones», y también de las «heridas de los abusos de todo tipo...». Prado también se ha referido a las heridas de cada uno, las envidias, los desencuentros, los silencios, los rencores, las relaciones rotas, las injusticias o las humillaciones que «podemos sentir que otros nos infligen».
«Cuando observamos tantas heridas en el mundo, entonces volvemos nuestra mirada a la Cruz. Ninguna herida nos es indiferente. Tampoco lo es para Cristo. Su entrega de amor nos marca el camino», ha recordado el obispo.
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