Es el único punto de los ocho chorros monumentales construidos entre 1880 y 1882, que sucumbió al paso del tiempo
No será la original, derruida hace décadas, pero tendrá historia, pues se ha recuperado la de Portalekua
La del Kirrin o Don Pedruena, fue la única de las ocho fuentes monumentales construidas entre los años 1880 y 1882 por Casto de Zavala que sucumbió a los embates de las obras y la modernidad. Pero muchos aún recuerdan aquel bebedero, así que en el marco de las obras de peatonalización de Atzeko Kale, el gobierno municipal ha pensado que sería bonito recuperar ese punto, no la fuente, que ya es historia.
La original se quitó, según diversos testimonios, a finales de los años 70 o principios de los 80. Hay constancia de que al menos en 1978 seguía en su sitio, a tenor del dibujo firmado por Benito Zumalde que abre esta información. Más tarde, tras las quejas que suscitó su desaparición, se colocó otra «que no gustó nada, y hace más o menos una década, puede que más, porque los años pasan volando, también fue eliminada», recuerdan en la calle. Al preguntarles qué les parece que se coloque una nueva, los más veteranos, se muestran ilusionados «el cantón estaba desnudo sin fuente, es una bonita noticia», señalaban ayer.
La idea es acometer la instalación este invierno, y la fuente tendrá también su pequeña historia. «El ex-concejal Conrado Kernstock se acordó que su amigo y cantero Xabier Bikuña le había hablado de que cuando quitaron la fuente de Portalekua en el marco de las obras de regeneración urbanística de Triana, no la echaron. Confirmamos que así era, y pensamos que sería un bonito guiño restaurarla y ponerla en el cantón de Kirrin. Recuperábamos así un punto de surtidor y elementos de otra fuente. Obviamente, no tiene el valor monumental de su predecesora, pero es también a su manera una fuente con historia, testimonio de otra época, y diferente por tanto también de los modelos actuales», ha explicado el alcalde Mikel Biain.
Se ha pintado y arreglado y el objetivo es instalarla próximamente, para que como las siete monumentales, y todas las demás, enriquezca el paisaje urbano y apage la sed de las nuevas generaciones.
Siete chorros monumentales
Se da la circunstancia que todas la fuentes históricas se pusieron guapas hace tres años, en el marco de un plan de mantenimiento y conservación que buscaba poner en valor sietes joyas urbanísticas, que forman parte de la esencia dieciochesca del municipio y tienen tras de sí su pequeña historia. Santa Marina, Etxaluze, la Plaza, Iturritxo, Kanpantxo o las plazuelas de San Antón o el Primero de Mayo no serían lo mismo sin ellas.
Terminadas las guerras civiles carlistas y en plena época de la Restauración canovista, el concejo local, que por aquella época presidía el alcalde Juan Carlos de Alzaá, encargó a Casto de Zavala, un reputado arquitecto de la Diputación de Bizkaia, la confección de varios bocetos de fuentes para enriquecer distintos puntos del municipio. Este los presentaba en 1880 y tras recibir el visto bueno del Ayuntamiento, los trabajos se ejecutaron en un plazo de dos años.
Nacían así ocho pequeños monumentos, de los que quedan siete. Todas constan de dos partes: un basamento o pila de cantería de arenisca y un cuerpo mixto superior de cantería y hierro colado, construido por la casa Durenne de Sommevoire en París. Las formas y temática son diferentes en cada caso. Desde la aguadora de corte clásico con túnica de la antigua plazuela de la verdura (más conocida como la del Txaketua o Primero de Mayo), hasta la columna central terminada en cruz latina con tres virtudes adosadas a ella de Santa Marina, o la austera columna rematada en círculo de Etxaluze que ahora lleva el escudo de Oñati, sin olvidar el medallón de la Virgen de Arantzazu de Iturritxo, el frontón de cantería de arenisca coronado con el escudo de Oñati de Kanpantxo, o los faunos sujetando un pez de San Antón.
Junto a estas fuentes se llevaron a efecto otras obras urbanísticas: nueva traída de aguas y el empedrado de algunas calles. Y es que los trabajos proyectados tenían, además de un empeño urbanístico y estético, su parte de obra pública, puesto que hay que tener en cuenta que no existía en esta época la distribución casera del agua. El conjunto de la actuación buscaba potenciar las plazuelas y lugares recónditos, revalorizando y urbanizando zonas como Santa Marina, San Antón o Etxaluze. En otros casos, se trataba de delimitar un nuevo espacio urbanístico: la plaza principal. Pero también se da otra ubicación muy peculiar: los cantones, como el de Kirrin o Kanpantxo, para servicio del vecindario.
Aquella obra fue la consecuencia de una mentalidad y de una forma de vivir, que acertó a mejorar el conjunto artístico de Oñati y que hoy sigue enriqueciendo el paisaje urbano y apagando la sed. En la actualidad, hay una veintena de fuentes urbanas públicas y el objetivo es que todas, no solo las monumentales, cumplan su función en óptimas condiciones.
Pronto Kirrin volverá a tener chorro, una buena ocasión para recordar que algo que para nosotros es cotidiano y muy cómodo, como dar un grifo y que aparezca agua, para nuestros antepasados era impensable, debido a que, en aquel tiempo, no existía el agua corriente en las casas. Las fuentes eran espacios neurálgicos de la vida social y lugar de reunión de los vecinos.
Oso interesgarrixa, Oñatiko historian inguruan jakittia betik da aberasgarrixa, eta ni pertzonalki bete itten nau. Eskerrik asko tio
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