D.V.
Lifting y tributo histórico a la 'chocolatera'
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Lifting. La 'chocolatera', un céntrico elemento patrimonial, turístico y de juegos, se pondrá guapa. / MARIAN |
Mañana se cumple el 50 aniversario del último viaje del Ferrocarril Vasco Navarro que rompió durante 44 años la secular incomunicación oñatiarra. El Ayuntamiento restaurará y señalizará en 2018 este elemento patrimonial «singular y significativo»
Los nostálgicos del tren y los defensores del patrimonio histórico cultural están de enhorabuena. En vísperas del 50 aniversario del adiós del Ferrocarril Vasco Navarro, el Ayuntamiento ha querido recordar aquel último viaje del 31 de diciembre de 1967, dando luz verde a la restauración de la antigua 'chocolatera', el nombre con el que popularmente se denomina a la locomotora que rinde homenaje al añorado 'trenico' en la antigua estación desde 1973.
Su descuidado estado (con zonas roñadas, desconchadas y pintadas) no es el que corresponde a un elemento calificado como «singular y significativo del patrimonio oñatiarra», así que al hilo de la triste onomástica, el gobierno municipal ha decidido restaurarla durante el 2018 y colocar algún panel informativo que recordará su historia a las nuevas generaciones.
«Es lo poco que nos queda de un transporte que llegó a Oñati empujado por bueyes, y desapareció en aras de un supuesto 'progreso' debido al auge de los autobuses y automóviles», explicó ayer el alcalde Mikel Biain. «No sé cómo se vivió en aquella época, pero lo cierto es que viéndolo ahora con años de perspectiva, fue una gran pérdida para Oñati, un gran retroceso. Pocas inversiones pueden ser más rentables socialmente que un tren de cercanías», aseguró.
El primer proyecto de construcción de una línea de tren en Oñati -según recogió Olatz Osa en el libro 'Oñatiko trenaren inguruan'- surgió en 1883. Un grupo de fervientes promotores de este tipo de transporte planteó la posibilidad de conectar Zumarraga con Durango por Oñati y realizó una colecta para financiar parte la obra y acabar con el secular aislamiento del municipio. La propuesta sin embargo no salió adelante y hubo que esperar a la llegada del ferrocarril vasco-navarro.
Desde 1923 a 1967
Oñati fue la última localidad en incorporarse a esta vía ferroviaria, y quien seguramente más la ha echado en falta todos estos años, ya que situó a la villa en el mapa del transporte. Ni en Brinkola, ni en San Prudencio, en los años dorados del tren la estación central de Oñati estaba en el corazón del pueblo. Quienes se subían a sus vagones para ir a estudiar, trabajar o desplazarse a otras localidades no lo han olvidado, y las familias que se asentaron y echaron raíces aquí, por los trabajos ferroviarios de sus progenitores tampoco.
La línea Oñati-San Prudencio fue inaugurada el 30 de septiembre de 1923 por la Reina Victoria Eugenia, y clausurada como el resto, el 31 de diciembre de 1967. En sus momentos de mayor esplendor el 'Vasco-Navarro' llegó a sumar 140 kilómetros de vía ferroviaria, desde Bergara hasta Estella, pasando por Vitoria. Fue un tren de pasajeros y mercancías que sirvió para unir ilusiones y hacer negocios, y cuya clausura dejó un hondo malestar en la comarca, y sobre todo en Oñati. Mañana se cumple medio siglo de aquel último viaje , pero la 'chocolatera' sigue aún presente en la memoria de quienes vivieron a ritmo de tren durante casi medio siglo.
El Vasco-Navarro tuvo su origen en la concesión otorgada el 16 de junio de 1882 a Joaquín Herrán y Wenceslao Martínez para la construcción del ferrocarril de vía estrecha que enlazaría Durango y Estella. Los ayuntamientos afectados no aportaron el dinero necesario para la obra, y por ese motivo la construcción y posterior explotación corrió a cargo de 'The Anglo Vasco-Navarro Railway Co. Ltd.', empresa de capital inglés fundada en 1886.
Al cabo de un año, el 20 de enero de 1887, se iniciaban las obras en Vitoria, inaugurándose el tramo Vitoria-Gatzaga el 13 de febrero de 1889. Pero la quiebra de la empresa británica paralizó el desarrollo de las obras y la explotación fue incautada por el Estado en 1897, desviando el trazado original hacia Durango en dirección a Mekolalde.
Con la ayuda de las diputaciones vascas, en 1915 se retomaban las obras que en 1916 llegaban a Eskoriatza, en 1918 a Arrasate y en 1919 a Bergara. Oñati seguía todavía sin tren, por lo que había que acudir por monte o carretera hasta San Prudencio.
Éste llegaría finalmente en 1923. Un decreto real de Alfonso XII daba el visto bueno a la obra el 5 de junio de 1920, aprobando un anticipo a la Diputación de Gipuzkoa de 1.460.000 pesetas. Comenzaron así los sondeos del lugar y la exploración de un recorrido de por sí complicado. En agosto, los trabajos fueron adjudicados a Ángel Goitia, quien, para acometerla, se asoció con Javier Celaya, Justo Igartua, Miguel Emparanza y Cipriano Zufiria.
Las obras de construcción de las infraestructuras necesarias comenzaron el 12 de octubre de 1920, y tres años después, el 30 de septiembre de 1923, la propia reina Victoria Eugenia presidiría su inauguración. Se removieron casi 50.000 metros de tierra y hubo que construir 18 canales, siete desagües, cuatro pasos a nivel y cinco puentes.
El tramo Vitoria-Estella entró en funcionamiento en 1929 y fue inaugurado con máquinas eléctricas, toda una revolución que llegaría a la línea comarcal el 20 de febrero de 1938. Durante muchos años el Ferrocarril Vasco-Navarro fue la estrella de los explotados por el Estado. Su suerte se truncó con la supresión, en 1965, de las subvenciones estatales, que desembocaron en la clausura definitiva del ferrocarril el 31 de diciembre de 1967.
Faceta divulgativa
En su libro sobre el tren Osa aseguraba que era «muy difícil hallar las razones concretas del cierre, unos aluden a la falta de rentabilidad, otros a las presiones de otro tipo de transportes o al descenso del número de pasajeros...». En lo que había unanimidad es en que la noticia causó «un hondo malestar». Unos años después, el 1973, el Ayuntamiento instaló una locomotora de tributo, que en el año 2000 ya fue objeto de un 'lifting', y en 2018 volverá a ponerse guapa y estrenará además faceta divulgativa, al colocarse algún panel o placa con referencias históricas, para que el 'trenico' siga vivo en la memoria de las futuras generaciones.